HUELVA.- El 17 de mayo iba a suponer el inicio en el sur de España de la romería de El Rocío, un fenómeno entre religioso y folclórico que durante dos semanas mueve a más de un millón de personas que acuden a visitar y venerar la imagen de la Virgen que se custodia en la ermita de la localidad de Almonte, en Huelva.
Se les conoce como «los rocieros» y este año tienen que vivir su fe y devoción de una manera distinta, adaptándose a la pandemia del coronavirus y a las normas de confinamiento en el que vive España.
Son momentos duros y difíciles desde que el 23 de marzo la Hermandad
Matriz de Almonte, que se encarga de la organización de todos los actos y cultos de la Virgen, acordara la suspensión de la romería de este 2020 y de todos los actos previos programados, una decisión adoptada «con dolor y con pena», como indicó su presidente, Santiago Padilla.
La rabia y desilusión por todo lo que se perdía dio paso, en poco tiempo, a la resignación y a la esperanza de poder vivir un Rocío distinto, un Rocío carente de elementos claves como la convivencia o el camino, pero en el que no faltan características esenciales como fe, devoción y hermandad.
UN ROCÍO DE LUZ
Se trata, como han llamado desde la Matriz, un «Rocío de Luz», que comienza este domingo, día en el que la Virgen del Rocío, vestida de Reina, debía de pasear por las calles de Almonte, en una procesión que marca el final de la llamada «Venida».
Este acontecimiento tiene lugar cada siete años y en él la patrona de Almonte abandona su ermita, en la aldea que lleva su nombre, y es trasladada hasta la parroquia de la Asunción donde permanece 9 meses, más cerca de los almonteños.
Hoy no hay procesión, las puertas del templo, que se abrieron después de dos meses el pasado miércoles, permitiendo a los devotos ver a Virgen «frente a frente», permanecen cerradas, pero en el municipio se respira un aire y una imagen festiva.
Las fachadas, ventanas y rejas de las viviendas de las calles por las que iba a desarrollarse la procesión de hoy y el traslado del próximo domingo a la aldea, se han engalanado con macetas, colgaduras y palmas, algunas donadas por el Ayuntamiento de Almonte.
Son adornos reflejo de un sentimiento que no sólo queda en Almonte y El Rocío, sino que traspasa, como la devoción a la imagen, fronteras y no serán pocos los que en sus lugares de origen evidencien su amor y fe por la Virgen.
CELEBRACIONES ALTERNATIVAS
Y es que más allá de fiesta y de convivencia El Rocío es fe y para mantenerla no es necesario ni camino, ni aldea, ni procesiones, como bien revelan los distintos testimonios, fotos y recuerdos que pueden verse en las redes sociales.
Junto a esta iniciativa, la Hermandad Matriz está llevando a cabo otras como la de «Colorea flores», en la que llama a los más pequeños a que pinten flores para la Virgen del Rocío para revivir el próximo 27 de mayo la ofrenda floral que organizan los centros educativos del pueblo; ese día esas flores dibujadas se expondrán en la parroquia.
O el «Maratón de videollamadas» que se celebra este domingo a través de la página de información rociera «Rocieros en el Mundo», en el que participarán más de 40 artistas, y en la que se realizarán sorteos y pondrán en marcha diferentes acciones con el objetivo de recaudar fondos para la campaña solidaria «Entre todos hacemos Hermandad».
EFE
Un Rocío diferente en tiempos de pandemia
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