(Caracas, 28 de diciembre de 2016). – En 2016, La 7ma temporada de Los Imposibles inició con el músico, cantautor, compositor y productor mexicano Armando Manzanero.
El equipo de producción llegó puntual al Hotel Tamanaco, ubicado en la ciudad de Caracas, a las 8 am. El invitado no se hizo esperar. Entró a la sala y el ambiente se llenó de romanticismo. Conocimos a Don Armando Manzanero, al hombre que hay detrás de su reconocimiento mundial, de su música, su producción y sus letras.
Armando Manzanero nació el 7 de diciembre de 1935, músico, cantautor, productor de música mexicana y compositor, quien se ha convertido en un emblema de los boleros en México.
Postal
«Hay quien diría que lo tenía todo para fracasar: de baja estatura, sin estampa de galán y con apenas un susurro de voz. El asunto es que, 65 años después de haber compuesto su primera canción, Armando Manzanero se convirtió en el primer mexicano en recibir un Grammy Honorífico por su trayectoria, nada menos que junto con los Beatles, por la apabullante obra musical que ha escrito que desborda las 800 canciones, por los más de 50 rotundos éxitos internacionales, y por la huella imborrable que ha trazado sobre la sentimentalidad del alma latinoamericana.
Armando Manzanero es un romántico en estado químicamente puro. Un músico que ha hecho una exhaustiva exploración de lo que significa el sobresalto amoroso. Ha codificado la ausencia, la plenitud, el cortejo y la desesperación que genera el amor. Un verdadero enjambre de artistas de todos los calibres busca sus canciones para interpretarlas, desde Elvis Presley pasando por Frank Sinatra o Tony Bennet hasta llegar a Elis Regina, Roberto Carlos, Raphael y otorgarle la fama planetaria a Luis Miguel. Ha sido la banda sonora oficial de innumerables historias de amor y despecho. Estamos hablando de un clásico de la música popular latinoamericana, una leyenda viviente, un compositor de linaje cuyas canciones seguirán interpretándose en esa plaza tan ambicionada por los artistas, ese lugar en la historia que muchos llaman inmortalidad».
Leonardo Padrón