(Lisboa, 26 junio, 2021).- En los jardines de Lousada (Portugal) esta primavera no se han cortado las hierbas silvestres, son el alimento de los insectos polinizadores, base del ecosistema que cobra cada vez más protagonismo en las ciudades sostenibles.
«Esto es comida para las abejas», reza un cartel que informa sobre el motivo del desaliño del jardín. Las consideradas «malas hierbas» llenan las rotondas, arcenes, cunetas y parques de esta pequeña ciudad portuguesa para proporcionar alimento a estos insectos, una acción que sigue una estela de las intervenciones en ciudades europeas como Berlín.
Solo de abejas existen cerca de 600 especies en Portugal y en total son más de mil las de insectos polinizadores que incluyen abejorros, avispas, moscas, mariposas, escarabajos y hormigas.
«Sin ellos nuestra vida ni siquiera sería posible», explica Manel Nunes a Efe, concejal de Medio Ambiente de Lousada, en el distrito de Oporto.
Su desaparición provocaría daños en todos los niveles de la pirámide alimenticia y afectaría desde pequeñas especies de aves hasta grandes explotaciones agrícolas.
Lousada quiere volver a ser un refugio para ellos, en peligro por culpa de herbicidas y pesticidas y por la mecanización de la agricultura.
La avispa asiática es la más reciente amenaza, «un problema muy grave en Portugal», confirma Nunes sobre esta especie que apareció en Lousada en 2014, cuando su equipo encontró los primeros 40 nidos.
A pesar de las políticas de limpieza y eliminación de esta invasora, el año pasado se registraron más de 300 nidos en Lousada, un crecimiento vertiginoso que pone en riesgo la supervivencia de los polinizadores.
«Si los niveles de polinización fueran reducidos, los alimentos que consumimos no estarían disponibles, desde las cosas más simples hasta las más elaboradas», alerta Nunes.
Por eso, el equipo trabaja con vinicultores locales para ayudar a potenciar la polinización también fuera de la ciudad, en especial en los viñedos, plantaciones «poco atractivas» para los insectos al ser un monocultivo, pero que necesitan de la polinización para conseguir una buena cosecha.
PARAISOS PARA POLINIZADORES
Los vecinos de Lousada miran «encantados» la hierba alta, cuenta a Efe Luís Aguiã, voluntario en actividades medioambientales en el municipio desde hace años.
«En Lousada ya estamos sensibilizados con el medio ambiente», explica, y es porque desde hace años el ayuntamiento desarrolla una prolífica agenda de actividades y proyectos medioambientales que ha conseguido sensibilizar a la población sobre la importancia del ecosistema.
«Hace 5 años no lo habríamos entendido» dice Aguiã sobre las hierbas sin cortar. Ahora, sin embargo, este proyecto es «normal» y «positivo» a los ojos de los vecinos, cuya educación medioambiental ha aumentado «poco a poco».
«La naturaleza no está solo en los sitios en los que decimos que debe estar» cuenta João Gonçalves a EFE, biólogo y técnico municipal, por eso los polinizadores también son necesarios «dentro de las ciudades».
«Dejar un metro de hierba sin cortar puede suponer una diferencia» explica Nunes, que advierte que es posible favorecer la biodiversidad «en nuestras propias casas» si se deja crecer algo de hierba en los balcones y jardines.
Incluir «hoteles para insectos» o crear «puntos de agua» proporcionaría refugio y alimento a los polinizadores.
Quien lo haga «verá funcionar a la naturaleza a tan solo unos metros», advierte, y probablemente atraigan pájaros y anfibios.
Buscar floraciones más prolongadas es otro reto, para ello Nunes recomienda buscar especies autóctonas de plantas mediterráneas «precisan de poca agua, resisten climas secos y su floración se prolonga durante casi todo el año» señala Nunes, que recuerda que además de «estéticas» son muy atractivas para las mariposas.
Pequeños gestos que devuelven parte de la ciudad a los insectos. «Sin gran esfuerzo, podemos hacer mucho». EFE