(Kabul, 21 agosto, 2021. EFE).- La llegada a Kabul del mulá Abdul Ghani Baradar Akhund, cofundador de los talibanes y jefe de la oficina política de los insurgentes en Catar, ha elevado al máximo nivel las consultas para formar un nuevo Gobierno en Afganistán tras la toma incruenta de la capital afgana por parte de los integristas el pasado domingo.
El mulá Baradar, cuyo nombre suena con fuerza como el próximo mandatario de Afganistán, llegó a Kabul a última hora del viernes para participar en las conversaciones en curso con el fin de decidir cuál será la nueva estructura de Gobierno del país y sus fundamentos, que según se ha repetido se basará en la sharía o ley islámica.
«Sí, su excelencia, el mulá Baradar, ha llegado a Kabul y está ocupado en reuniones y consultas», afirmó este sábado a Efe el portavoz de los talibanes Bilal Karimi.
El portavoz explicó que «se están llevando a cabo reuniones y consultas sobre la formación del nuevo sistema (político) y el resultado se compartirá con la nación una vez se completen».
Los líderes talibanes también están en conversaciones con importantes personalidades del anterior Gobierno o la oposición afganos, que encabezan un consejo interino formado de urgencia para ayudar en la transición de poder en Afganistán con los insurgentes.
Al frente están el expresidente afgano Hamid Karzai. el antiguo jefe del Ejecutivo y presidente del Consejo Superior para la Reconciliación Nacional, Abdullah Abdullah, y el líder del partido Hizb-e-Islami y ex señor de la guerra, Gulbuddin Hekmatyar.
Abdullah se reunió hoy, según reveló en Twitter, con el gobernador interino de los talibanes para Kabul, Abdul Rahman Mansour, al que le dijo que para «volver a la normalidad» en Kabul es necesario que «los ciudadanos se sientan a salvo y seguros».
El antiguo jefe del Ejecutivo en el Gobierno de coalición con el antiguo presidente Ashraf Ghani, que huyó del país el pasado domingo cuando los talibanes entraron en Kabul, se había reunido también esta semana en su residencia con Khalil Al-Rahman Haqqani, alto miembro de la temida Red Haqqani, designado terrorista por Estados Unidos, y una delegación de talibanes.
EL MULÁ BARADAR
El mulá Baradar, de 53 años, es una de las caras más conocidas entre los talibanes. Cofundador de la milicia talibán, durante años se consideró la mano derecha del mulá Omar, el líder fundador del movimiento insurgente fundamentalista.
Como jefe de la oficina política de los insurgentes en Catar, jugó un importante papel en el histórico acuerdo con Estados Unidos en febrero de 2020, que puso fecha a la retirada final de las tropas extranjeras de Afganistán, que tiene previsto concluir este mes.
El mulá Baradar llegó el martes pasado a Kandahar, cuna del movimiento talibán, en lo que aparentemente fue la primera vez desde la caída del régimen talibán en 2001 que una delegación de tan alto nivel de los talibanes viaja a Afganistán.
Ese viaje se produjo solo un día después de que el propio mulá Baradar declarase en un discurso el fin de la guerra de Afganistán con la victoria de los ultraconservadores, un logro inesperado por su rapidez y que se completó el pasado domingo con la huida de Ghani y la toma incruenta de Kabul.
«Hemos alcanzado una victoria que no se esperaba (…) debemos mostrar humildad ante Alá», dijo entonces en la primera declaración pública de un líder talibán tras la conquista del país.
Baradar se refirió a ese momento histórico tras la victoria insurgente como «el momento de la prueba».
«Ahora se trata de cómo servimos y protegemos a nuestra gente, y de cómo aseguramos su futuro, para ofrecer una buena vida lo mejor que podamos», añadió.
EVACUACIÓN
Mientras los líderes talibanes lanzan mensajes de reconciliación entre la población, asegurándoles una «amnistía general» y que no habrá represalias entre aquellos que colaboraron con los estadounidenses y sus aliados, una parte de la población no se fía y busca desesperadamente abandonar el país en un vuelo de evacuación.
Ese temor ha provocado que miles de personas continúen abarrotando las cercanías del aeropuerto internacional, una situación caótica que provoca estampidas y el acceso a cuenta gotas en el interior, mientras las fuerzas de seguridad lanzan humo o disparos y explosiones disuasorias para contener a la multitud.
Entre esas personas que buscan salir del país y se topan con el caos del aeropuerto están periodistas afganos y defensores de los derechos humanos, como denunció hoy Reporteros Sin Fronteras (RSF).
En un comunicado, su secretario general, Christophe Deloire, señaló que reciben «decenas y decenas de demandas de evacuación urgente» y que el problema no es obtener visados para ellos o plazas en las aeronaves que salen de Kabul, sino «conseguir que esas personas puedan acceder a los aviones».