(Caracas, 22 de marzo de 2022).- En este capítulo tenemos a un pana con todas sus letras, porque Rongny Sotillo es el director general de operaciones del Programa Amigos del Noveno Arte, PANA, por sus siglas. Se trata de una asociación civil sin fines de lucro cuya meta es difundir, promocionar, pero sobre todo producir cómics con contenido venezolano.

Todo el que esté medianamente informado sobre la industria entiende el tamaño de semejante tarea. Rongny, que aprendió a leer con cómics y se enamoró del medio desde la más temprana infancia, emprendió la gesta en el año 2014, en un esfuerzo de rescate e impulso de lo local. “Estamos muy acostumbrados a leer el cómic internacional, el cómic que siempre nos llega de afuera”, nos cuenta en el episodio, “pero tenemos 99 años de historia haciendo cómics en este país, y la intención de PANA es masificar eso, porque es un universo muy pequeño de lectores y mucho más pequeño de productores. Tenemos ya seis años, pues, y hemos logrado una producción interesante de material físico y digital”.

Para afrontar la compleja tarea de distribución, porque no se puede crear lectoría si no existe exposición, PANA recurre a las herramientas de vanguardia mundial, las plataformas digitales, que han expandido las posibilidades de publicación a todos los autores nóveles y que, hasta hace poco, no existían con esa meta en nuestro país. PANAComic.com es una tarima digital donde ya mismo cualquier creador de cómics en Venezuela puede subir su trabajo e irse integrando al medio local, bajo un formato para el lector de “paga lo que quieras”. PANACómic.com tiene ya año y medio online y cuenta con más de cuarenta títulos disponibles.

Hablar, sin embargo, de cuántos autores están en la plataforma es un poco más complicado, porque el proceso tradicional establecido por las grandes editoriales siempre involucra a más de una persona. El proceso parte de un escritor y un dibujante (que, en el argot, hace “los lápices” de la obra), produciendo la primera versión del cómic. Esa versión pasa luego a un entintador, que emplea tinta tradicional o herramientas digitales, para darle textura y resaltar a los “lápices” del dibujante, y luego un rotulista se encarga de todo el texto y un colorista, pues, de los colores, todo esto bajo la vigilancia de un editor. Bueno, ese proceso se ve muy poco en Venezuela, quizá porque no existe una industria propiamente dicha, y quien escribe el cómic es también quien lo dibuja, lo entinta y todo lo demás—es decir que se hace lo que se conoce como “cómic de autor”.

“Internamente, en Venezuela, la industria del cómic está recesiva”, nos dice Rongny. “Pero justamente por el auge de estas plataformas, que están globalizadas, la cantidad de venezolanos que está trabajando en el exterior y que está haciendo cosas importantes en la industria del cómic, es amplia. Hay de hecho mucha gente que se dedica al trabajo tercerizado, ilustran y dibujan para editores foráneos, y hacen buen dinero con ello, cosa que no sucede a nivel interno en Venezuela”. Y es ahí donde se cae en el sempiterno tema de la inversión y de la concepción popular que se tiene sobre el cómic no como un medio literario sino como una herramienta didáctica destinada al público infantil. En países como Estados Unidos y España existe industria, existen anunciantes, existen incluso editoriales especializadas. En Venezuela el contexto para todas las artes es muchísimo más precario, pero eso no quiere decir que el venezolano se queda con lo que está o que no extiende la mano hacia esos mercados extranjeros, logrando ser tomado en cuenta.

Rongny se ve orgulloso cuando expone la historia del cómic en Venezuela, mostrándonos una producción de los años 70’ sobre hechos históricos venezolanos, con un elevadísimo nivel de producción y técnicas totalmente tradicionales. También nos trae materia de su propia cosecha, Ciudad Vertical, su cómic ganador de un concurso local que pasaría a formar parte de una antología austríaca de literatura latinoamericana, un cómic perfectamente integrado con otros relatos de prosa convencional. Los amantes del noveno arte en nuestro país deben conocer a Venezuela En Cómics, de Sammy Rodríguez, también comentado en este episodio y descrito por el mismo Rongny, con mucha razón, como un referente obligatorio del cómic nacional. Otro hito es la revista Clips, que salió por dos años continuos con un corte más parecido a la revista Heavy Metal en términos de calidad editorial. Recientemente, dos autores asociados a PANA ganaron el concurso Cuento y Canto Gráfico de la editorial El Perro Y La Rana, y sacaron El Tesoro de Aguirre, que también comentamos, y así como se referencian obras, se referencian autores, entre los que Rongny rescata a Wilfredo Pérez, a Danny Da Silva, y al equipo detrás de Notasiacomic (así lo consigues en instagram). Esto entre muchísimos otros, porque la lista de gente moviéndose en el país es, por fortuna, larga.

Rongny nos deja una recomendación que respaldamos de corazón, el clásico y fundamental cómic sobre el Holocausto, Maus, de Art Spiegelman, pero más que lecturas nos recomienda el documental Batman and Bill, donde se explora bien esa historia terrible que llevó a que el co-creador de Batman, Bill Finger, fuera ignorado por la historia en beneficio de Bob Kane.

También en este episodio te echamos el cuento del triángulo de las Bermudas venezolano, que  existe en serio, y es la fosa de Cariaco. Imperdible.