(Ciudad Guayana. 19 de agosto, 2022. Redacción: Paolis Candurí).- Según el portal web Psicología y Mente, la gordofobia es un “sesgo automático y normalmente inconsciente que lleva a discriminar, objetivizar y minusvalorar a las personas con sobrepeso, especialmente si esas personas son mujeres”. Internacional, nacional y hasta localmente.
Si bien este sesgo se evidencia en todo el mundo, una de las zonas en las que más se percibe es en Latinoamérica. El dietista-nutricionista Néstor Benítez explica para El País que la gordofobia se puede definir como aquel sentimiento de “repulsión” hacia quienes padecen de exceso de peso y no coinciden con los estándares estéticos definidos por la sociedad.
Gordofobia, consecuencia del sobrepeso
En una edición del diario británico The Guardian, se explicó que “la principal razón de que hayamos engordado tanto es el tipo de comida que estamos consumiendo desde el último cuarto del siglo pasado”.
Según explica el artículo, hoy en día se consume la mitad de leche fresca por persona, tres veces más helado, cinco veces más yogurt y 39 veces más postres lácteos. También se consumen la mitad de huevos que, a finales del siglo XX, un tercio más de cereales de desayuno y el doble de aperitivos.
Además, si bien se consume hoy en día la mitad del total de patatas, se adquiere tres veces más de su variedad fritas en chucherías o snacks.
Benítez, a la par de María Soto, dietista-nutricionista, explican que normalmente, quienes sienten este “odio” o rechazo a las personas que padecen de obesidad, tienden a sufrir el miedo a engordar.
Además, ambos hacen hincapié en la manera en que las personas suelen dirigirse hacia quienes padecen de sobrepeso u obesidad, precisamente para no culpabilizar al paciente.
Benítez indica que, «cuando una persona padece una enfermedad grave, como puede ser el cáncer, no se le juzga ni se le insinúa que es culpa suya. En cambio, con la obesidad sí pasa. Por eso es importante remarcar que esta es también una enfermedad«.
Impacto de la fobia
Comúnmente, las personas con sobrepeso u obesidad son asociadas a la falta de autoestima, la necesidad de atención por parte de terceros e incluso dificultades para tener una vida sexual plena y satisfactoria. Se tiene la ideología que todo esto requiere de muchísimo esfuerzo de su parte.
De modo que, desde la perspectiva de la gordofobia, las personas obesas o con sobrepeso se perciben como desesperadas, llegando incluso a aceptar un mal trato (tanto formal como informal).
De hecho, según El País, hace varios años, un sociólogo de la Universidad de la Sorbona, París, reveló al New York Times que, de acuerdo a un estudio, en Francia un hombre gordo tiene tres veces menos probabilidades de encontrar empleo que otro con su mismo currículo, pero con dimensiones corporales menores.
La gordofobia fácilmente puede hacerse pasar por una preocupación por la salud de la otra persona, pero el estigma va más allá. Esta fobia condiciona la vida de quien la padece y está presente casi imperceptiblemente en nuestro día a día.
El impacto de este tipo de discriminación puede cavar profundamente en la vida del paciente, perjudicando su salud mental y, en ocasiones, física. Vergüenza, ansiedad, dificultad para la toma de decisiones o problemas alimenticios, son manifestaciones del daño de la gordofobia en la vida de la víctima.
Salud más allá de la balanza
La nutricionista María Soto sostiene que hay que prestar más atención a la composición del peso que el peso en sí. Es decir, dejar de preocuparse por lo que indican los números de la báscula y enfocarse más en términos de salud, la calidad de vida, dejando de lado los estándares estéticos impuestos por la sociedad y las industrias.
Al respecto, el nutricionista Benítez explica que, efectivamente, debería ser así, pero también hay que “ser conscientes, sin que ello altere su felicidad, de que tienen un problema patológico que a corto, medio o largo plazo puede afectar su salud. Hay que diferenciar ambas cosas”.
¿A qué señales se debería estar alerta? Benítez comenta que con cosas cotidianas que antes solían ser sencillas y ahora representan un esfuerzo. Dificultad para amarrarse los zapatos o mayor cansancio, por ejemplo. “Lo que era una opción respetable pasa a convertirse en un problema de salud”, enfatiza.