(Caracas, 19 de octubre de 2023, José Luis Carrillo/MundoUR).- El internacionalista y analista político Lauren Caballero afirmó que el término radical, aunque se utiliza muy frecuentemente de manera peyorativa, especialmente en el debate político, no tiene por qué encerrar una connotación positiva o negativa, sino que dependen del contexto en que se aplique.
Explicó que el término se confunde con otros, como extremista o fundamentalista, cuando en realidad una persona radical puede no caer en esas categorías.
“Una persona puede ser radical defendiendo la democracia y tiende a respetar por razones obvias la existencia de visiones distintas, y puede haber posiciones radicalmente opuestas con respecto a quienes de una manera radical también abogan por la intransigencia”, indicó Caballero.
Señaló que un extremista es una persona que lleva sus creencias a tal grado de dogmatismo que no permite ningún tipo de cuestionamiento sobre sus posiciones, lo cual lleva a un debilitamiento de la institucionalidad democrática si se ve desde el punto de vista político o pueden propiciar tragedias al asumir ese tipo posiciones.
Diferenciar radical de fundamentalista
“El tema del fundamentalismo y de los extremos tiene que ver con la incapacidad de un individuo o grupo de individuos de aceptar que existen otras visiones del mundo o de la realidad y eso desemboca en regímenes totalitarios que no permiten la disidencia o el cuestionamiento de posiciones determinadas”, argumentó.
Desde su perspectiva, el extremismo político es el que aboga por el exterminio de otras manifestaciones políticas.
“Un liberal radical defendería la posibilidad de que existe la pluralidad de pensamiento y que se respeten las instituciones democráticas y la división poderes”, indicó.
Posiciones extremistas –prosiguió- pueden llegar a la violencia; (ya que) se busca el exterminio, la cancelación del otro, se deshumaniza a la persona, se convierte en una burla, se ataca la idea antes que a las acciones y va mucho más allá de posiciones radicales, subrayó.