(Caracas, 9 de noviembre de 2023, José Luis Carrillo/MundoUR).- ¿Se siente triste y sale a comprar una cartera o algo de ropa para sentirse mejor? o se siente contento y sale a celebrar gastando una plata que le va a hacer falta a lo largo del mes? El consumo pude estar ligado a las emociones y controlarlas puede salvar su dinero.

Aarón Olmos, economista y profesor de postgrado del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), y Taibel Núñez, psicólogo clínico y terapeuta, explican cómo dar freno a los impulsos para hacer gastos que pueden descuadrar el presupuesto y están ligados a las emociones y no a necesidades reales.

Olmos detalló que la sociedad de consumo surgió a partir de la producción en masa de bienes y servicios y con la necesidad de exacerbar las necesidades de las personas a través de los medios de comunicación y, actualmente de las redes sociales y los algoritmos que a través de ellas incentivan la compra de cosas según las búsquedas que hagan los usuarios.

Factores psicológicos

En conversación con Gladys Rodríguez, indicó que algunas de las cosas que se compran son necesarias, pero otras no lo son tantas porque se crean necesidades a través de elementos artificiales vinculados con factores psicológicos y estatus.

«Quizás alguien necesita un teléfono celular sencillo, pero compra uno costoso solo por estatus», indicó Olmos.

Añadió que está el factor de la obsolescencia programada, a través del cual, se establece que un dispositivo tenga utilidad por un lapso determinado, luego de lo cual debe desecharse, lo que obliga al consumidor a comprar uno nuevo.

«Muchas veces, las personas quieren hacer ver algo que no son en términos de las cosas que ostentan y compran, y esto tiene que ver con la diatriba de si somos racionales o no desde el punto de vista de las decisiones de consumo», detalló.

Observación de las emociones es clave

Por su parte, Taibel Núñez señaló que esa necesidad de mostrar estatus se hace muchas veces de manera consciente, pero a veces la persona no es consciente de sus hábitos de consumo o cómo está su mundo interior y las emociones que tienen.

«Una de las primeras cosas que debemos revisar es cuáles son las estrategias para afrontar dificultades, y las de autorregulación», precisó.

En este sentido, refirió que el consumo estará asociado al estado de ánimo cuando la persona busca compensar una emoción a través de la compra de algo.

Advirtió que las personas con mayores niveles de ansiedad tienden a ser pobres planificadores.

Por ello instó a trabajar la conciencia emocional, la identificación de las emociones, y la inteligencia emocional, cómo abordarlas. Esto, para evitar caer en gastos en cosas que no se necesitan.