(Caracas, 04 de febrero, 2025).- Ayer se hizo oficial la revocación del Estatus de Protección Temporal (TPS) para los venezolanos, una medida que afecta a aproximadamente 350.000 personas en el país. La decisión ha generado un clima de incertidumbre y ansiedad entre la comunidad venezolana, que ha vivido semanas de especulación y temor.
Oriette D’Angelo, una venezolana que ha residido en Estados Unidos desde hace diez años, compartió su experiencia.
«Mi situación es compleja. Llegué con una visa de estudiante que venció en 2020. Desde entonces, no he podido renovar mis documentos debido a la crisis entre Estados Unidos y Venezuela», explicó.
Oriette solicitó el TPS en 2021, pero su estatus de estudiante se vio comprometido al ingresar nuevamente al país con este estatus. «Ahora, si se revoca el TPS, tengo hasta septiembre para estar legalmente aquí. Esto ha limitado mi movilidad y ha generado un ambiente de miedo», añadió.
Aunque Oriette reside en Iowa City, donde la comunidad universitaria ofrece cierta diversidad, mencionó que ha notado un cambio en el ambiente.
«He visto personas que tienen miedo, lo que no había notado en mis diez años aquí», comentó.
Oriette, quien actualmente está cursando un doctorado en literatura, se enfrenta a un futuro incierto. «Si se revoca el TPS, no podré concluir mi doctorado, ya que mi permiso de trabajo está ligado a este estatus», afirmó. Además, está trabajando con su universidad para intentar recuperar su estatus de estudiante internacional, pero la incertidumbre persiste.
¿Qué pasa con los venezolanos con TPS otorgado en en 2023?
María, quien llegó a Estados Unidos en 2023 y también tiene TPS, expresó su indignación ante la situación.
«La mayoría de los venezolanos sentimos ansiedad e indignación. Nos están comparando a todos y metiéndonos en una misma bolsa, cuando cada caso es único», señaló sobre las declaraciones de las autoridades estadounidenses que generalizan al referirse a la comunidad venezolana como «miembros de la banda delictiva del Tren de Aragua».
María trabaja como agente de seguros en Texas y ha sentido el impacto del miedo en su entorno laboral. «Nos recomiendan no usar ciertos colores para evitar ser identificados por agentes de deportación», comentó.
A pesar de la incertidumbre, María decidió no cambiar su rutina diaria. «No somos delincuentes. Venimos a trabajar y a construir un futuro», enfatizó.
Sin embargo, es consciente de que el tiempo se agota y que podría verse obligada a regresar a España, donde reside parte de su familia, si su estatus migratorio se ve afectado.