(Ciudad del Vaticano, 29 de junio de 2025 – MundoUR).- El papa León XIV bendijo e impuso los palios arzobispales metropolitanos a 54 arzobispos de todo el mundo, entre ellos a cuatro venezolanos, en la festividad de San Pedro y San Pablo.
Por Venezuela lo recibieron el arzobispo de Caracas, Monseñor Raúl Biord; el arzobispo de Valencia y también presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, Mons. Jesús González de Zárate; el arzobispo de Cumaná, Mons. Ángel Francisco Caraballo; y el arzobispo de Barquisimeto, Mons. Polito Rodríguez.
El palio, una estrecha banda de lana blanca de entre 4 y 6 centímetros de ancho y 30 centímetros de largo, marcada por seis cruces negras. Es más que una simple prenda. Traza una compleja historia de simbolismo, derecho y autoridad eclesiástica.
Expresa tanto su liderazgo pastoral dentro de su provincia eclesiástica como su comunión con el Obispo de Roma. Su forma, que se coloca sobre los hombros con dos colgantes que caen en el pecho y espalda, evoca la figura del Buen Pastor cargando a la oveja perdida.
En esta homilía, celebrada en la Basílica de San Pedro, el papa León XIV advirtió que «es importante salir del peligro de una fe cansada y estática» e instó a «abrirse a los cambios» y «buscar nuevos caminos para la evangelización».
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Aprovechó el pontífice estadounidense realizó un nuevo llamamiento a la unidad de la Iglesia. «Comprometámonos a hacer de nuestras diversidades un taller de unidad y comunión, de fraternidad y reconciliación para que cada uno en la Iglesia, con la propia historia personal, aprenda a caminar junto con los demás», afirmó.
También advirtió que «siempre existe el riesgo de caer en la rutina, en el ritualismo, en esquemas pastorales que se repiten sin renovarse y sin captar los desafíos del presente» .
Por ello instó a que la Iglesia se deje «interrogar por los acontecimientos, los encuentros y las situaciones concretas de las comunidades, de buscar caminos nuevos para la evangelización partiendo de los problemas y las preguntas planteadas por los hermanos y hermanas en la fe».
Y agregó que si los cristianos no quieren reducirse «a una herencia del pasado, como tantas veces nos ha advertido el papa Francisco, es importante salir del peligro de una fe cansada y estática».
Por otra parte, a los miembros de la Iglesia greco-católica ucraniana que también asistieron a la misa, el papa pidió «que el Señor le conceda la paz a su pueblo».