(Getafe, 24 de agosto de 2024 – EFE / MundoUR).- Getafe y Rayo Vallecano firmaron un derbi nulo con empate sin goles, sin un solo disparo a puerta de ninguno de los dos equipos, alejados de su verdadero nivel en el Coliseum, en un duelo que demanda refuerzos inmediatos para el equipo de José Bordalás y extiende la racha de siete duelos ante el vecino sin perder del equipo de la franja.
Necesitado de refuerzos, con apenas 14 jugadores de campo, aún sin su goleador Borja Mayoral, el milagro de Bordalás encontró una clara limitación en el Coliseum. Teniendo que asumir el peso del partido, proponer un juego inexistente. Añadiendo a sus dificultades la ausencia de inicio de Arambarri por molestias.
Un duelo trabado, carente de personalidad en los dos equipos para asumir la responsabilidad de proponer. El Getafe por incapacidad. El Rayo por conformismo. Abusaron del balón en largo ambos, con la esperanza remota de sacar provecho de un rechace en una segunda acción que nunca llegó.
Un Rayo con más variantes y con un bloque más definido. Con Íñigo Pérez incluso midiendo esfuerzos entre el derbi y la cercanía del duelo ante el Barcelona en la presentación ante su afición. Dejando en el banquillo a Isi o Camello, aumentando el músculo en la medular con Pathé Ciss.
Un respeto excesivo al rival, por momentos conformismo con el empate y seguir sumando en un inicio de curso marcado por los problemas desatados de un mercado abierto. Los desplazamientos buscando a Uche, mediocentro convertido en punta por Bordalás ante la necesidad, y Randy Nteka, afearon un partido nada vistoso.
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Las imprecisiones marcaron el primer acto, las pérdidas continuas en posesiones cortas. Más preocupados Getafe y Rayo por no ser sorprendidos desprotegidos que de crear. La dura batalla por cada balón se impuso a cualquier atisbo de calidad individual. Colectiva era imposible.
Así asomó el coraje de Álex Sola para enganchar un testarazo lejano cercano al travesaño a un centro cruzado de Nabil a los 20 minutos, respondido dos después castigando el error de Alderete en zona de peligro, con espacio que aprovechó Randy para correr y poner el pase a la llegada de Trejo que cruzó en exceso su disparo que se marchó cerca del poste.
El Getafe sacó un punto de mérito en San Mamés siendo el equipo con menos posesión y más imprecisiones con balón de la categoría. No mejoró en su estadio su seguridad con el esférico y encontró en gestos de calidad de Juan Iglesias y la insistencia de Sola, argumentos para aspirar por momentos al triunfo. Lo mismo ocurrió en un Rayo en el que De Frutos intentó extender el dulce momento con su gol en el Reale Arena. Un elegante autopase dentro de área rival encontró el freno en la cobertura de Nabil.
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Debían gestionar la ansiedad que se plasmaba en la reanudación con un disparo precipitado de Embarba, desaparecido todo el encuentro, desde 40 metros a la grada. Cuando mejoró el Getafe en el segundo acto, creciendo en el partido en un contexto en el que se sintió cómodo. Al contrario de un Rayo desfigurado.
El único momento que pudo llegar a sentirse merecedor el Getafe, entre carreras con balón de Luis Milla y su calidad en el golpeo en acciones a balón parado, llegó con un disparo de Sola, sobre todo un testarazo cerca del poste de Uche tras córner y otra jugada de calidad de Juan Iglesias. Caño en carrera al Pacha y disparo cruzado. Lo de probar a los porteros parecía tarea imposible.
El Rayo frenó con los cambios el arranque de rabia getafense, acabó más entero físicamente el duelo por su mayor fondo de armario, pero nunca lo plasmó en ninguna acción que le diese más puntos. Dio por bueno uno y extender su buena dinámica en el derbi.