(São Paulo, 16 de octubre de 2024 – EFE / MundoUR).- Brasil no implementará el horario de verano este año, anunció este miércoles el ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira, tras semanas de reuniones para evaluar la medida, luego de que el país sudamericano registre niveles récord de sequía desde 1995.
El funcionario, quien se había mostrado reticente al retorno del horario de verano en varias oportunidades, afirmó que actualmente, gracias a algunas medidas tomadas durante el año, «la seguridad hídrica está asegurada», algo clave pues la principal fuente de energía de la matriz eléctrica brasileña es la hidroeléctrica.
Los embalses, según puntualizó Silveira, han llegado a un índice de resiliencia «que da tranquilidad», por lo que no existe la posibilidad de sufrir una emergencia energética.
Además, adelantó que la medida será considerada para 2025 y que solo se adoptaría el horario de verano si fuera «imprescindible», teniendo en cuenta el impacto «en su transversalidad en la economía nacional».
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El retorno del horario de verano fue una recomendación del Operador del Sistema Eléctrico Nacional (ONS), quien había indicado que la aplicación del horario de verano podría traer una reducción de hasta el 2,9 % en la demanda del sistema eléctrico, lo que reduciría la necesidad de generación termoeléctrica en medio de la sequía que desafía al sector.
A principios de septiembre, las hidroeléctricas situadas en el río Madeira en la Amazonía tuvieron que paralizar de forma parcial sus operaciones como consecuencia de la sequía que afecta a gran parte de Brasil.
A comienzos de octubre, la Agencia Nacional del Agua (ANA) declaró el estado de «escasez crítica» en otro río amazónico, el Xingu, donde se ubica la central hidroeléctrica de Belo Monte, la segunda mayor del país.
Y hace una semana se conoció un estudio de Greenpeace que destaca que los diez principales ríos de la cuenca amazónica brasileña están en sus mínimos históricos.
El horario de verano había sido eliminado en 2019 por decreto del presidente Jair Bolsonaro, quien alegó que no generaba un ahorro significativo de energía y que «trastorna el reloj biológico de las personas».