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jueves, marzo 28, 2024

Franceses ¿Votar sí, tomar un café no? Es ridículo…

PARÍS.- Marcas en el suelo a un metro de separación organizan la cola de los colegios electorales. Dos funcionarios invitan a lavarse las manos con gel. El presidente de la mesa tiene guantes. Pero esas medidas no despejan la incomprensión que suscita que el Gobierno francés haya mantenido las municipales en medio del avance del coronavirus.
«Me parece ridículo. Cierran restaurantes, cines, bares y dejan votar, no sirve de nada. Si hay daño en un restaurante también lo hay aquí», asegura Philippe Hubé pocos minutos después de haber depositado su voto en una mesa del sur de París.
Aunque considera exagerada la respuesta mundial ante el COVID-19, no se ahorra ninguna precaución y asegura que, nada más ejercer su derecho al voto, se recluirá en su casa, pese a que el día ha salido soleado e invita al paseo en la capital francesa.
Incluso antes de venir a votar se pasó por el colegio electoral para ver si las medidas de higiene adoptadas eran suficientes y le daban garantías.
Allí comprobó que los responsables de la mesa actúan con celo. No tocan a los electores, ni siquiera sus papeles, que escrutan a distancia. Invitan a cada uno a utilizar su propio bolígrafo para firmar y, si no lo tienen, les prestan uno que enseguida es desinfectado con una toallita impregnada de líquido. Al igual que la urna, que solo toca el presidente con sus manos protegidas por guantes.
Cuando una persona mayor llega al colegio, un funcionario le invita a saltarse la cola, siguiendo la consigna oficial de que los más vulnerables al coronavirus pasen el menor tiempo posible en el local.
Hubé cree que el Ejecutivo debió retrasar las elecciones, sobre todo después de haber endurecido anoche las medidas para evitar que los franceses salgan de sus casas.
«Si hay justificación para que cierren restaurantes y cines, hay que hacer lo mismo para esto, las elecciones no son tan importantes», asegura.
La misma incomprensión muestra Veronique Zimmer, que solo se animó a acudir a votar cuando comprobó que no había mucha cola.
«Cierran las escuelas, los lugares públicos y mantienen el voto,… me crea dudas. Nos evitan ir a ver a nuestros amigos pero no venir a votar», aseguró esta mujer que hubiera considerado «normal en estas circunstancias» que el Gobierno retrasara los comicios.
A Nicolas Dupuis, que acude junto a su hijo al colegio electoral, la decisión le sorprendió. «No me esperaba que en este contexto tuviera que venir a votar», asegura, al tiempo que pide a su vástago esperar a la puerta mientras deposita su papeleta.
Pese a todo, cree que las medidas adoptadas para evitar la propagación del coronavirus en las mesas electorales están bien aplicadas y sale de la sala con la convicción de que votar «no es más peligroso que ir a comprar el pan», otra de las medidas permitidas por el Gobierno.
Junto a las farmacias, gasolineras, estancos y supermercados y tiendas de comestibles, las panaderías son de los pocos locales que el Ejecutivo permite abrir, tras haber ordenado anoche el cierre de bares, restaurantes, discotecas, cines y todo establecimiento considerado «no esencial».
Eso no ha impedido que París vea sus calles con gente, que los mercados dominicales estén atestados de personas y que algunas panaderías hayan instalado mesas y sillas a su puerta donde los clientes consumen café y croisant en lugar de la habitual cafetería.
Jean-Christope Honard cree que el Gobierno se ha precipitado a la hora de cerrar bares y restaurantes. «No me esperaba que lo hicieran tan pronto», asegura tras depositar su voto. Ni se plantea que hubieran retrasado las elecciones: «No había motivo».
«Es cierto que en un bar es un lugar en el que no está un cierto tiempo y votar solo dura unos minutos. Además, han tomado las medidas de prevención, no creo que haya riesgo», señala.
Su pareja, Cecile Marchal, también considera «excesiva» la reacción que se está teniendo contra el coronavirus y cree que las municipales pueden desarrollarse sin problemas.
«En el momento que respetan las distancias y que todo el mundo respeta las consignas, creo que es una buena decisión», afirma, aunque reconoce que «es ambiguo» que se mantenga el escrutinio y se cierren establecimientos.
Carine Houette se pregunta si no era el momento de haber testado unas elecciones electrónicas, que hubiera roto la contradicción que muchos electores ven en el mantenimiento de los comicios.
Hasta última hora dudó si acudir a las urnas, pero finalmente lo hizo porque «era importante».
«Había que venir, pero he tomado las precauciones necesarias. Había gel y la distancia de un metro se respetaba», señala.
EFE

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