Mariem Velazco: El Miss Venezuela es una decisión que marca tu vida para siempre

(Caracas, 23 septiembre, 2022. Redacción: Daniela Brito).-  Mariem Velazco, modelo, Miss Venezuela Internacional 2017 y Miss Internacional 2018 comentó cuáles han sido los momentos que han marcado su vida en la sección Huellas Ocultas de Shirley Radio.

Primer recital de piano a los 9 años:

«Me marcó porque era la primera vez que pasaba del libro rojo a una pieza un poco más compleja» dijo la Miss.

Además, resaltó que «cuando subí a la tarima olvidé todo lo que había ensayado y comencé a tocar en una melodía distinta, cuando me di cuenta empecé de nuevo».

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Recordó que su profesora de piano, una exiliada cubana «marcó su vida» por las anécdotas que les contaba y expresó que la profesora en ese momento le dijo que nadie había notada la equivocación.

Mudarse del Tigre a Caracas:

«Fue un cambio del cielo a la tierra, El Tigre es una ciudad muy pequeña y llegar a Caracas me invitó a acostumbrarme nuevamente» dijo Velazco.

La Miss Internacional comentó que «llegó a Caracas para estudiar ingeniería geofísica en la USB», carrera que luego decide cambiar.

«La decisión de mudarme a Caracas tuvo mucho que ver con la intención de participar en el Miss Venezuela» dijo Mariem Velazco y expresó que «desde el 2013 tuvo el deseo de participar en el Miss Venezuela».

Velazco destacó que «El Miss Venezuela es una decisión que marca tu vida para siempre» y comentó también que «todo lo que soy se lo debo a El Tigre».

Robo en la carretera a Barquisimeto:

La Miss recordó que durante un viaje familiar «se espichó un caucho con un miguelito y mis padres deciden estacionar para cambiarlo» y recordó que al voltear «ve a 7 hombres armados acercándose al carro y quitándole las cosas de valor a su padre».

«Pensábamos que nos iban a quitar el carro y se iban, pero nos bajaron del carro y nos hicieron caminar alrededor de una hora por el monte» dijo.

Velazco aseguró que «fue una situación muy dura, los hombres eran agresivos y luego cambiaron el caucho y nos dejaron el carro en un árbol al que tuvimos que caminar sin voltear y había tensión de lo que podía pasar».