(Vigo, 23 de noviembre de 2024 – EFE / MundoUR).- Sin Lamine Yamal pero con Gavi como titular un año después de sufrir una grave lesión de rodilla, el FC Barcelona se dejó dos puntos en Balaídos después de que el Celta levantara un 0-2 en la recta final, cuando los azulgranas jugaban con un futbolista menos por la expulsión de Marc Casadó, para alimentar la carrera por el título, después de que el Atlético remontase al Alavés horas antes y a la espera de lo que haga el Real Madrid en Leganés.
El equipo de Hansi Flick firmó otro gris partido en Balaídos para alimentar sus dudas sobre la dependencia de Lamine Yamal. Pese a todo, llegó a los últimos minutos con un cómodo 0-2 gracias a los goles de Raphinha y Lewandowski y varias paradas decisivas de Iñaki Peña. Pero la expulsión de Casadó y, sobre todo, un monumental error de Koundé dieron vida al Celta, que incluso pudo firmar una épica remontada pero el portero catalán evitó el tanto de Borja Iglesias.
Sucedió casi todo como se esperaba en Balaídos. Ritmo elevado, presión alta de los dos equipos, juego vertical. El Celta abrió el partido con una ocasión clarísima. Fueron tres toques: un envío largo de Marcos Alonso hacia la derecha, un centro de volea de Mingueza y, en zona central del área y a diez metros de la portería, un remate fuera de Aspas.
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La falta de pegada fue la gran diferencia. El Barcelona, que como grandes novedades presentó la titularidad de Gavi y Gerard Martín, marcó en su primera aproximación. Mingueza calculó mal para despejar un pase largo de Koundé y ese error defensivo facilitó el golazo de Raphinha. Ese gol tuvo tres momentos fugaces: la duda de Mingueza en el bote de la pelota, el fabuloso recorte de Raphinha con el tacón para liberarse del defensa y el latigazo cruzado ante Guaita.
Claudio Giráldez advirtió que quería hacerle daño a la espalda del Barcelona. Hansi Flick es fiel a tener la defensa muy adelantada. Convive con el riesgo de ofrecerle mucho espacio al rival. El plan del Celta funcionó: una carrera de Moriba rompió el fuera de juego desde la zona central pero Hugo Álvarez no cerró el ataque con precisión; también lo intentó con un saque de banda largo, pero Bamba remató alto un centro de Douvikas.
Le faltó finalizar con acierto al equipo celeste. Su lectura del partido fue buena. Salió con velocidad cada vez que recuperaba una pelota. Fue vertical. Pases largos, fútbol directo. Incomodó al Barcelona. Una volea de Moriba mediada la primera parte inquietó a Iñaki Peña. Lo intentó también Bamba, con un tiro más desviado.
El Barcelona asomó poco por el área gallega. Un disparo alto de Casadó y un par de intentos de Dani Olmo minutos antes del final del primer tiempo, un final polémico por una clara falta de Gerard Martín a Aspas que el árbitro no castigó con tarjeta amarilla. Si lo hiciese, sería la expulsión del defensa. Aspas protestó furiosamente. También su banquillo. Balaídos explotó contra Soto Grado. Flick retiró del campo a Gerard Martín durante el descanso.
El guión apenas cambió en la segunda parte. El Celta insistió en su plan. Atacó los espacios que ofrece la adelantada defensa del Barcelona. Buscó diferentes soluciones, como un tiro de Aspas desde cuarenta metros para sorprender a Iñaki Peña.
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La dinamita que no tuvo el equipo celeste la exhibió el conjunto de Flick. Su primera llegada de la segunda mitad fue otro gol. Raphinha robó un balón a Mingueza en el centro del campo, avanzó y asistió a Lewandowski, que marchó primero de Javi Rodríguez y luego aprovechó la poca contundencia de Starfelt para plantarse ante Guaita.
Ese segundo gol no tumbó al Celta. Continuó su acoso con un disparo de Alfon y otro mucho más peligroso, tras arrancar desde el centro del campo y ganar la espalda a los defensores, de Hugo Álvarez. Solo cuando el equipo de Claudio Giráldez tuvo un pequeño bajón físico, mejoró el Barcelona. Fue poco tiempo. Pero en ese momento con un contragolpe pudo sentenciar Raphinha, que finalizó el ataque con un tiro al poste.
El Celta revivió en los quince minutos finales. Volvió a ir por el partido. Tuvo fe en la remontada. Nunca se cansó de creer. Balaídos se animó con la expulsión de Casadó. Y llegaron entonces dos minutos de locura: un gravísimo error de Koundé facilitó el gol de Alfon, el del empate apareció poco después, con el Barcelona encerrado, atrapado por la voracidad del Celta, que movió la pelota de izquierda a derecha hasta que Hugo Álvarez inventó un tiro letal, el tanto del vibrante empate.