Tres robos y un perro al rescate de la primera Copa del Mundo

(Caracas, 28 de abril, 2022).- José Urriola, licenciado en comunicación social con maestría en literatura latinoamericana, relató, con el artículo La increíble historia de la copa Jules Rimet (o una película que haría Tarantino), los 3 robos de la primera copa mundial.

El trofeo que antecede a la actual Copa del Mundo, fue creada por Jules Rimet, el primer presidente de la Fifa, y quien tuvo la idea de hacer un mundial de fútbol.

Urriola detalló que la Copa Jules Rimet tiene una medida que onda los 30 centímetros, con la diosa de la victoria, Niké, hecha de plata esterlina, con un enchapado de oro forjado, sobre una base de marmol cuadrada.

Primer robo

Durante la Primera Guerra Mundial, en 1940, luego de su nombramiento como la Copa Jules Rimet, desapareció. «Los nazis estaban detrás de la copa que estaba en la Federación de Fútbol Italiana», señaló el maestro en literatura.

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Destacó que el vicepresidente de la Federación Italiana de la Fifa la llevó a su casa y la ocultó en una caja de zapato, escondiéndola de los ojos del mundo hasta el mundial de 1950, cuando reapareció luego de estar en una «red de amigos secretos».

Segundo robo

Luego de su aparición se creyó que había sido reemplazada porque su base pasó de ser cuadrada a ser octagonal, pero Urriola aclaró que la base fue extendida para escribir los nombres de los ganadores hasta acumular las tres victorias con las que un país se podía quedar con ella.

En 1966, antes de la copa en Inglaterra, a 4 meses del mundial, esta vuelve a desaparecer y según Urriola, «la encuentra un perrito mestizo, llamado Pickles, en una plaza, envuelta en periódicos».

Tercer robo

El escritor argumentó que posterior al segundo robo, el gobierno de Brasil se burló de la seguridad de Inglaterra, diciendo que «en Brasil esto no hubiese pasado».

Luego de ganar la copa y mantenerla en territorio brasileño, en 1983, ocurre el tercer robo.

El caso fue llevado por un detective que dio con el paradero del argentino Juan Hernández, quien regía la mafia de tráfico de oro, logrando encarcelarlo.

Al salir de la prisión, Hernández cambió su declaración, haciéndose responsable de entregarle la copa a un coleccionista de arte italiano, cuyo nombre no ha sido revelado hasta la fecha.